Todas las técnicas se básicamente se componen por estos tres elementos: aglutinante, pigmento y disolvente. En caso de la pintura al temple, el aglutinante es algún tipo de grasa animal o alguna otra materia orgánica y el disolvente es el agua.
Hay tres formas de obtener la emulsión, son:
* Enriquecimiento de pinturas magras (agregando aceites o similares).
* Empobrecimiento de pinturas grasas: (pintura al óleo), no recomendado.
* Emulsión directa: mezcla del pigmento con el aglutinante (óptima).
En el caso de ésta última, hay que diluir el pigmento en una emulsión que puede ser de colas de conejo o pescado, clara o yema de huevo, caseína (proteína de la leche) o cualquier mezcla de las anteriores.
Otros aditivos habituales son goma arábiga, para dar una cierta textura; ácido acético (vinagre) y barniz de óleo (dammar o similar, por ejemplo) como conservante; sacarosa (azúcar) como aglutinante no secativo; agua destilada como diluyente o aligerante; glicerina como retardante del secado y aligerante; aceite de linaza; aguarrás o esencia de petróleo; etc. El barniz se puede usar también como texturizante. En caso de agregar disolvente orgánico, frente al aguarrás es más aconsejable la esencia de petróleo, dado que es necesaria menos cantidad y su origen mineral la hace más estable (no amarillea con el tiempo).
Otra forma de obtener el conservante es mediante un disolvente universal. La proporción es de cuatro partes de agua destilada por cada una de acetidina y agitar durante unos dos minutos hasta lograr una substancia homogénea. Su olor es muy penetrante y desagradable (similar al del tiner) y requiere cantidades pequeñas. También se puede usar para recuperar pintura casi seca.
Al emplear huevo, hay que saber que la clara da más transparencia y ligereza, siendo ideal para las luces y sectores intermedios. La yema da tonos más oscuros y puede estropearse con más facilidad, es más aconsejable para las sombras siempre aligerada con algo de clara.
Históricamente, la pintura al temple es característica de la Edad Media europea. Puede considerarse característico de los estilos Románico y Gótico en el occidente Europeo, y de los iconos bizantinos y ortodoxos, en Europa Oriental.
Este procedimiento pictórico se aplica usualmente sobre tabla, aunque, a menudo era utilizado para retocar pinturas murales al fresco y añadirles detalle. Esta técnica se usaba abundantemente para aplicar azul ultramar. Se conocía como fresco secco o retoque alla secca.
Desde finales del siglo XV, en consecuencia, el temple va siendo sustituido por la pintura al óleo, a causa de las ventajas que presenta, sobre todo la invisibilidad de las pinceladas y el poder aplicarse sobre lienzo.
Actualmente, la pintura al temple se está poniendo de nuevo de moda debido a las recuperadas posibilidades que ofrece y a su precio más económico y producción más sencilla.